CORONACIÓN
Para protegernos del
enemigo, mamá consume sus días pegando saltos enormes en todas las direcciones
posibles y, de paso, barre las baldosas. Sin embargo, cuando pasa a mi lado, primero
me acaricia, y luego llora. Papá, por su parte, sólo se desliza un cuadrito
cada cierto tiempo; uno a la derecha, para leer el periódico; otro a la
izquierda, para coger el mando (que para eso es el jefe) y, cuando estoy cerca, se
hace el tonto y mira para otro lado. Mis hermanos nacieron diferentes, siete
chicos fuertes que avanzan rectos, en formación, atravesando esta aburrida jungla
en blanco y negro, sin opciones para el resto de colores. Por el contrario, yo
les salí rana: débil, sensible, desubicado… rarito,
es la palabra que todos utilizan. Pero salí, esquivando las miradas; escapé de
mis ansias de dejarme atrapar o de esconderme bajo el tablero; hui del deseo de
enrocarme cada mañana y no abrir los ojos, para no verme en el espejo, y luché
por mis metas. Por todas. Cuadro a cuadro, sin hacer ruido, pero hacia delante.
Hasta que un día, cuando el horizonte amenazaba con emborronarse, cuando el
desenlace de la partida parecía previsible, sucedió. Y el
frágil peón blanco logró mostrar a todos lo que verdaderamente era: una mágica y
poderosa reina negra.
Que bonito!! Muy original y como con tan poco dices tanto!!
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