CUESTIÓN DE LATITUD
Como en cada cambio de estación, el trastero se presenta ante mí como un
melancólico y polvoriento Tetris.
Abro la puerta y el olvido comienza a encajar las camisas grises, la falda que
odias, la mantita de las pelis, y eso que no supimos explicar. Pero, si te soy
sincera, lo que más me cuesta siempre es acoplar los libros de mamá entre la
colección de vinilos de papá. Además hoy, después de guardarlo todo, he
decidido pisar firme sobre la escalera y bajar la caja de los bikinis (sí, los
que me hacen gorda), los prismáticos, la cámara, los pareos, la guía de viajes
y el baúl donde, creo, extravié mi confianza. Estoy segura de que ahora, cuando
baje, me mirarás altivo, me preguntarás que dónde voy si resulta que estamos en
otoño, y me llamarás ignorante. Y no lo soy. Lo que no sabes (porque tú sí que lo
eres), es que siempre he tenido devoción por Buenos Aires, y allí, justo hoy,
comienza una nueva primavera. 

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