"Tranquilo, majete"

 


Cuando a mi hijo le ha atacado ese pino en el parque no me ha quedado otra que ir a tranquilizarle. Quizá tengan razón sus profesores en lo de que el niño me ha salido un poco blandito, pero bueno, no sé. Habrá que darle tiempo.

Yo de pequeño también me asustaba cuando íbamos a la playa y una de esas medusas gigantes de plástico saltaba fuera del agua y tapaba el sol. O incluso lloraba cuando en la puerta del súper se acercaban los oscuros zombis, con las tripas colgando, a suplicar. Tardé también más de lo habitual en comprender que lo único malo que tienen las tempestades es que te mudan de país y hay que andar cambiando la clave de la wifi. Pero que por lo demás todo es igual, y el mundo sigue girando, independientemente de ciclones o sequías. Al fin y al cabo, las continuas rabietas de eso tan antiguo llamado naturaleza ya solo afectan a los que no tienen infinitos avatares.

Por eso, tras recogerle la táblet (que se le ha caído del susto), le echo un poco de saliva en la rodilla a mi hijo, y le explico que lo que les pasa a los pinos, al viento, o a los peces, es que viven en perpetuo cabreo. Porque ellos no tienen datos ilimitados, como nosotros.

       https://www.youtube.com/watch?v=gU1uNqp5NeM


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