JUEGOS DE MESA
—¡Mamá, se me ha escapado el dado! —te he gritado. Tú me has mandado callar poniendo el índice sobre tus labios, y la gente de la sala de espera ha comenzado a mirarnos como si estuviéramos locas. Incluso el chico que jugaba con su móvil ha levantado la cabeza y ha sonreído. Luego ha cruzado una mirada con su madre, y ha seguido jugando. —Cógelo, cariño —me has dicho. Pero yo te he contestado, susurrando y acercándome mucho a tu oreja, que no, que me daba mucha vergüenza ir a por él. Llevamos media vida de consulta en consulta. De provincia en provincia. Médicos privados, diferentes especialidades, las mejores clínicas... En definitiva: horas y horas de espera. Afortunadamente a ambas nos chiflan los juegos de mesa, y los hemos probado casi todos. Se podría decir que somos dos verdaderas expertas. Aunque hoy hemos vuelto a los clásicos. Tanto tus fichas (las amarillas), como las mías (verdes), estaban ya casi todas en la meta. Y solo estábamos a dos casillas yo, y a tres tú, de meter l...