GUARDIANES



Siento temblar el techo y las paredes. Ya llegan. Sé cómo actúan, prefieren deslizarse ocultos por las tuberías, por el interior de los cables de la luz, o incluso bajo la minúscula capa que separa la pintura de la pared. Sus estudiados movimientos son casi imperceptibles, pero yo puedo oír cómo ultiman los detalles de su plan. Mamá, que lleva días recogiéndolo todo, ha perdido las esperanzas de ganar la batalla, porque no sabe que en el último momento la marabunta acudirá lanzada en nuestra ayuda y que, cuando el hombre gris quiera sacar la orden, su maletín ya habrá desaparecido. Y luego, él.


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