Adictos al carril izquierdo

Ayer en la autovía, mientras trataba de adelantar a un camión, se colocó detrás de mí, pegadito pegadito, un gilipollas con prisa. Y me dio las largas. Como mi coche es una caca pues desistí y regresé, con el tubo de escape entre las piernas, al carril derecho. Mas la sorpresa llegó al ver que justo detrás de ese gilipollas con prisa venía otro (también pegadito pegadito), y luego otro, y otro… No os lo vais a creer, pero la fila continuaba hasta el infinito. Detrás de cada gilipollas con prisa aparecía al instante otro más veloz, más gilipollas, y con más prisa. Y, por supuesto, todos dando las largas. Miles, millones de giliprisas agolpándose en el carril izquierdo, como presos de una danza de perpetua gilipollez. Por el retrovisor, la hilera de ráfagas se asemejaba a un delirante ejército de luciérnagas borrachas.

Mañana volveré a esa misma autovía a ver si siguen allí.

Pero antes necesito pasarme por el concesionario. 

Para comprarme el coche más rápido del mercado. 

¡Se van a enterar esos gilipollas!





Comentarios

  1. Jajajajajjajaj que bueno!! Algo muy habitual, lo digo porque hay muchos/as gilipollas, y muchos/as giliprisas. Gracias por sacarme una sonrisa con algo que me hace sacar mi cabreo.

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