Asidero
¡Mamá, mira lo que pone aquí!, me
dices señalando algo en un periódico de la sala de espera. Cuando tenemos
muchos delante te pones nerviosa, y te da por ojear las revistas de cocina, de
viajes, o de moda, cuando en realidad ninguna de esas cosas te gusta. Pero tú
las abres, cruzas las piernas como una jovencita y ocultas lo agobiada que
estás por no saber cuándo narices nos toca. Yo sin embargo disfruto viéndote. Me
relaja. Alrededor todo es gris, metálico, y pincha, pero tú lo embadurnas de
inocencia. Si me ves reír, abres tus ocho primaveras de par en par, bailas,
desordenas la rutina y sostienes el mundo a base de risas y juegos. Y si la tormenta
aprieta, tus hojas se mustian solo un poco, solo un instante, y luego te abrazas
a mí como al asidero de un acantilado, como para que no me despegue nunca de ti.
Como para no caernos.
Yo tampoco quiero, cariño, y no
nos caeremos.
- -
Mamá, ya se va la señora del pañuelo. Tú eres la
siguiente, ¿no?
- - Sí, dame un beso y espérame aquí, que cuando
salga nos vamos a por un helado, ¿vale?
Es bonito ver crecer lo qu mas queremos. Compartiendo sus vivencias y su inocencia que nos ampapa de suave paz
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