LOS CHICOS QUE NUNCA DUERMEN
¡Eh,
tú!, si caminas de madrugada por aquí, y miras este graffitti, verás tres
sonrisas radiantes. De hecho, de noche es posible que ni nos veas, porque a
esas horas aprovechamos para salir, bañarnos en el río, jugar al balón o
comprarnos un helado.
Pero
después, algo extraño nos obliga a regresar al muro en el que ahora nos ves.
Algo siempre diferente, pero siempre igual. Puede que el fogonazo de una farola.
Puede que el recuerdo abstracto de ese infierno que nos vio nacer. El caso es
que en ese instante, en ese momento en que el primer rayo del alba roza la
pared, necesitamos cobijarnos dentro ella. Refugiarnos, para poder soportar esta
maldita pesadilla que invade nuestros ojos.
Y
todo eso ocurre tan solo en un segundo, en lo que dura un parpadeo, o una
explosión. Justo lo que tú tardas en posar la mirada sobre nosotros.
Comentarios
Publicar un comentario