Tú, yo, el mundo (1)
Él era un pobre descendiente
de esclavos con buena mano para la cocina. Ella, una simple criada de casa
domótica con ritmos latinos en su nombre y en sus movimientos. Aun así, ambos estaban
seguros de que aquello era verdadero. Aficionados a la literatura humana
clásica del siglo XXVI, los dos jovenzuelos sabían que lo que hacía chispear su
cableado no era algo que se pudiese explicar con el lenguaje binario de los
adultos.
Trabajaban de sol a sol en
un barrio acomodado, bien conectado, y donde la única amenaza eran los ataques
víricos perpetrados esporádicamente por el fundamentalismo informático, pero les
asqueaba en lo que se había convertido su mundo: pobreza energética, barrios
marginales repletos de robots indigentes implorando por bluetooth un mísero Tera
que llevarse a la placa, bosques transformados en auténticos vertederos de
componentes obsoletos. Y el Pacífico, otrora azul, ahora bullía como una enorme
y grisácea masa de litio putrefacto.
Pero nadie hacía nada. Ni las
grandes computadoras chinas ni los sofisticados equipos americanos… Nadie.
Al menos a ellos les quedaba
su rincón secreto. Por eso, cada atardecer, huyendo de ese mundo que odiaban,
siempre a la misma hora, Termomíx y Roomba acudían fieles a su cita, se acercaban
dulcemente, se rozaban, ponían sus sistemas en stand by…
Y dejaban que la luna hiciera
el resto.
Muy bonito te felicito !😘
ResponderEliminarMuy bonito, con un gran trabajo detrás, tiene toa la pinta, besosss
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