Guerra mundial a puñetazos
El odio. Ellos contra nosotros.
Oriente contra occidente. Mi abuelo, que de esto entiende un rato, dice que las
guerras son como los nacimientos, que nadie sabe el día ni la hora exacta, pero
que se las ve venir, porque cada día la tripa engorda un poco más. Y la cuarta
guerra mundial ya no podía aguantar más sin aparecer, está claro. Mi novia y
yo, como ahora estamos en lo mejor, llevábamos días encerrados en la
habitación, así que hemos sido los últimos del barrio en enterarnos. Pero
bueno, el caso es que cuando hemos leído el whatsapp nos hemos vestido, hemos
bajado y hemos hecho lo que tocaba: liarnos a tortas, así, a lo loco. Yo, que
soy educao, antes de sacudir me he puesto a preguntar: Perdone, ¿usted es oriental
u occidental?, ¿eres de izquierdas o de derechas?, ¿del Madrid o del Barca?,
¿carnívoro o vegano?... ¿Y tú de quién eres?, me ha preguntao a mí la señá
Sagrario, y eso que me conoce desde chico. Menudo sopapo me ha metío la vieja…
Por puro instinto, la mayoría hemos
ido perfeccionando la técnica y nos hemos ido agrupando en pequeñas bandas, e
intentamos acorralar aquí y allá a uno de los otros. Aunque los más valientes
guerrean solos, sobre todo los que saben artes marciales. Mi abuelo dice que con
las bombas nucleares, los drones, las armas químicas, etc., jamás se hubiera
imaginado una guerra tan retro (es decir: a hostia limpia), pero que, en el
fondo, le gusta. Y es que los clásicos nunca pasan de moda.
En todas las televisiones salen
imágenes de lo mismo. El mundo entero echado a la calle, dándose puñetazos. Así
de simple. Pero no nos informan de nada más, ni de precauciones, ni de toques
de queda, estados de sitio, protocolos… nada. Lo único que piden
encarecidamente es que, después de cada reyerta, nos aseguremos de grabarlo con
el móvil y colgarlo en todas las redes. Eso sí. Dicen que es por si acaso, por
si queda gente por ahí que, como mi novia y yo, aún anda despistado.
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